domingo, 31 de enero de 2010

De chinos y conversaciones

Segundo día en la ciudad de los rascacielos. Con el jet-lag me despierto a las 06:15 de la mañana y no hay quien me vuelva a dormir, así que entre vueltas en la cama y conversaciones por Skype, me planto en las 07:20 y el sol entrando por mi ventana. Hace un solazo... Pero que las apariencias no engañen: hace -10ºC.

Desde la ventana del sitio donde he desayunado he visto cómo despertaba la ciudad. Estampa de domingo invernal por la mañana: gente paseando a sus perros, café del Starbucks en mano, gorro, bufanda y atuendo de "pensaba salir a correr, pero me da que saco al chucho a la esquina y vuelta a la cama".

Salgo del hotel en el que aún me alojo porque no entro en el piso hasta el lunes, día 1 de febrero. Sin saber muy bien hacia dónde dirigir mis pasos, me paro en la esquina de la W20th con la 8th Ave y veo espectacular el Empire State Building elevándose al sol. Miro norte, sur, este, y me pongo en marcha hacia el sur. A mi derecha, apareciendo y desapareciendo en las intersecciones, veo el Hudson, reluciente y tranquilo. Hace un frío de espanto, pero me he cambiado el pañuelo por la bufanda (gracias, Ele!!) y voy buscando el sol, así que al final casi como que tengo calor. Además, el frío en NY parece que fastidia menos.

A medida que me voy acercando a downtown, me viene a la mente la idea de ir a mi barrio y pasar por delante de mi casa a ver qué pinta tiene. Si me quedaban dudas de que mi zona había sido engullida por Chinatown, éstas se evaporan al instante: debajo del nombre de la calle viene la transcripción al chino. Olé. A medida que me voy acercando, la cosa cada vez me resulta más familiar, y es que lo he visto tantas veces en el street view de Google Maps que es como si ya hubiera estado allí.

Miro hacia lo alto y veo las seis enormes ventanas que cubren la fachada de mi salón. Les entra todo el sol y me imagino sentada, tomándome un té y leyendo en uno de los sofás. Ya pronto. Miro hacia el final de la calle y ahí está, el East River, flanqueado por Manhattan Bridge y Brooklyn Bridge. Me paro en medio de la acera flipando con la vista. Sigo caminando hacia el sur por mi calle hasta que llego al río. Da todo el sol y parece un espejo. Las vistas son increíbles.

Las tiendas del barrio ya se están preparando para el Año Nuevo chino y tienen todo en la calle. Medusas secas, frutos raros, plantas deshidratadas, bichos de diferentes formas y colores pero de igual pinta repugnante. Lo que más me ha sorprendido es ver el tamaño de las naranjas... O de la fruta en general. Y nosotros que protestábamos porque el trigo que utilizan Fontaneda y Kellog's es transgénico... Eso es porque no habíamos visto esto!!

Subiendo por la A Avenue, giro a la izquierda en la 14th St hasta Union Square, donde esperaba encontrar el Farmer's Market, pero se ve que era los sábados. En una tienda en la que parece que hay de todo, ésta ha sido la conversación:
- Hola, ¿tienen conversores?
- ¿Perdón?
- Conversores de corriente, para utilizar aparatos europeos y enchufarlos aquí.
- Conversores... Nunca he oído hablar de ellos.
- Eeehhh, vale gracias.

Surrealista.

En otra tienda me han querido vender un generador-tranformador que había que llevar en un carro... Se han pensado que no sabía qué estaba buscando exactamente y me la han intentado colar. ¡Pero no lo han conseguido! Estoy orgullosa de mi misma...
A pesar del espectacular intento de timo les he dicho que volveré esta tarde porque no tengo claro a qué vatios tengo que convertirlo y no quiero que me reviente ni el ordenador ni la cámara.

Me tengo que poner a estudiar, ya seguiré contando...




domingo, 24 de enero de 2010

A menos de una semana

A cinco días de mudarme, hago repaso mental de las cosas que me quedan por hacer. No sé si es que lo tengo ya todo menos la maleta o es que se me están olvidando mil cosas... En la redacción, aprovechando que es domingo y no hay mucho trabajo, he intentado hacer una lista de los deberes que tengo para esta última semana en Madrid. Y digo 'intentado' porque sólo he apuntado:
- Cargar baterías de cámaras, móviles y MP3.
- Comprobar estado de envío en Amazon del libro de texto para International Relations in the Post-WWII Era.
- Maletas.

Eso sí, me tengo que dedicar a quedar con todo el mundo para despedirme... ¡Pero no tengo tiempo material! Y lo que más miedo me da es ponerme a hacer la maleta. Las maletas, digo. Tres meses dan para mucho, especialmente cuando hay un cambio de estación en medio. Vamos a ver cómo me lo monto para subir el equipaje cinco pisos sin ascensor hasta mi casa... No lo quiero ni pensar...